Siempre he considerado importante que mis alumnos y alumnas hagan muchos trabajos escritos para mis clases. Sé que a veces esto es un poco laborioso, pero insisto en ello porque creo que les ayuda mucho a aprender a aclarar y articular sus propias ideas, y a la vez poder captar bien lo que otros han dicho y escrito. Esto les permite no sólo comunicar mejor el mensaje del evangelio en los distintos contextos en los que laboran, sino también a escuchar y comprender bien lo que les comparten otras personas. Me gusta también decirles que creo que aprendemos más escribiendo que leyendo, pues escribir nos obliga a pensar por nosotros mismos y definir mejor nuestras propias creencias y convicciones, además de fomentar la creatividad y el pensamiento crítico. He preparado algunos documentos que comparto con mis estudiantes con el fin de ayudarles en este proceso, los cuales comparto a continuación.